Vida, pasión y muerte del Doctor Alberto Dehenen

Por Héctor José Iaconis.

En los meses de marzo y abril de este año, con motivo de la celebración del centenario del Club Atlético French, ha vuelto a citarse el nombre de quien fuera uno de sus fundadores y primer presidente de su comisión directiva: el doctor Alberto Dehenen. Más bien, podría decirse que, no dejó de resonar nunca toda vez que se disputa un partido de fútbol en el campo de deporte del histórico club, que ostenta el impresivo onomástico de aquel médico del pueblo.
Buena parte de la biografía del doctor Dehenen se encuentra, al menos para nosotros, atiborrada de interrogantes. Las circunstancias recónditas de su muerte son un reflejo, si se quiere, del derrotero complejo y ardoroso de su existencia.
A lo largo de esta semblanza ofrecemos apenas un acercamiento a los aspectos más trascendentes de su carrera vital. 

Ernesto Sábato, en “La resistencia”, afirma que “el hombre, el alma del hombre, está suspendida entre el anhelo del Bien, esa nostalgia eterna de amor que llevamos y la inclinación al Mal, que nos seduce y nos posee, muchas veces sin que ni siquiera nosotros hayamos comprendido el sufrimiento que nuestros actos pudieron haber provocado en los demás”.
En efecto, la vida de algunos hombres constituye un pendular movimiento entre el bien y el mal, la bondad y la maldad. Esta trágica dualidad va también dando forma al largo o breve devenir de una vida, con “los sentimientos y las pasiones, los afectos y los rencores, la fe, la ilusión y los desencantos, las muertes que hemos vivido o presentido, los otoños que nos entristecieron o desalentaron, los amores que nos han hechizado, los fantasmas que, en sueños o en sus ficciones, nos visitan o acosan”, en palabras de Sábato. En esa trama se desenvuelven las circunstancias biográficas del doctor Dehenen, su vida, sus pasiones y su muerte.
Había nacido en Buenos Aires el 12 de noviembre de 1884, en el hogar formado por Mauricio Augusto Dehenen, de nacionalidad uruguaya y de Leontine Mounes, francesa.
Sus estudios los cursó en el Colegio Nacional Buenos Aires, de cuyas aulas egresó hacia 1902.
Tempranamente se sintió atraído por el deporte. Según los autores Víctor Raffo y Alfredo Yanes, Dehenen, a comienzos del siglo XX, fue gravitante su acción en la reorganización del Club Atlético Banfield. Sus hermanas Leonor y Amelia habían confeccionado las casacas del equipo y eran las encargadas de preparar el té luego de cada partido.

Doctor Alberto Dehenen
(Gentileza Guillermo Blanco).

LA MEDICINA. SU CAMPO DE ACCION
Alberto Dehenen cursó sus estudios en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. Fue practicante en el Hospital “Francisco Javier Muñiz”; en el recientemente fundado Hospital Intendente Crespo, de fugaz existencia (funcionó entre enero de 1907 y septiembre de 1910 en la calle Azcuénaga N° 1637) y también en la Asistencia Pública de Buenos Aires.
En 1911 presentó su tesis para optar al título de Doctor en Medicina. Escogió como tema el carbunclo, también llamado ántrax, enfermedad infecciosa que afecta a humanos y animales, causada por una bacteria llamada “Bacillus anthracis”. Esta patología en los seres humanos compromete con mayor frecuencia la piel, el tracto gastrointestinal o los pulmones.
Su padrino de tesis fue el doctor José R. Semprun (1867-1918) y debió contar con la colaboración de los doctores Horacio Madero (1871-1929), Juan Farini (1867-1934) y Francisco Darbón a quienes les testimonió un reconocimiento en la introducción. Es evidente que esos nombres no están puestos allí por azar. Al doctor Semprun, cultísimo hombre de ciencia y gran protector de las artes, su profesor en la Facultad, jefe de sala en el Hospital Muñiz y director en la Asistencia Pública, no solamente le habrían de unir una recíproca amistad, sino también intereses comunes que iban más allá de la medicina. Ambos integraron el Partido Conservador, militaron en la política activa en sus respectivos contornos y fueron parlamentarios; ambos se interesaron en las cuestiones viales de la provincia e integraron el Touring Club Argentino.
Madero, Farini y Darbón, de un modo u otro, también debieron influir en su formación. El primero, médico en el Hospital Muñiz, fue un notable historiador de la medicina; alumno predilecto de José Penna estaba dotado, según sus biógrafos, “de una bondad ingénita” y de un “espíritu de caballerosidad”; el segundo, de la misma manera médico e historiador, fue un reconocido bibliófilo y coleccionista y miembro de la Junta de Historia y Numismática Americana (hoy Academia Nacional de Historia).

Portada de la tesis de grado del Doctor Alberto Dehenen.

Dehenen dedicó su exposición de doctorado a su esposa, a su familia, a su tía Adelaida Mounes, a Justina A. de Del Castillo y a sus amigos y compañeros. Probablemente, tampoco sean casuales esas menciones, si se tiene en cuenta las palabras preliminares con que inicia su tesis: “La voluntad y perseverancia para culminar mis estudios, me han exigido el concurso de algo más superior a mis fuerzas y ese apoyo material e intelectual me obliga al reconocimiento”.
La obra, escuetamente titulada con la palabra “Carbunclo”, cuenta con nueve apartados: Capítulo 1: Definición; Capítulo II: Historia; Capítulo III: Patogenia y vacunación ; Capítulo IV: Etiología; Capítulo V: Pronóstico; Capítulo VI: Diagnóstico; Capítulo VII: Anatomía patológica; Capítulo VIII: Tratamiento y Capítulo IX: Observaciones clínicas. En el último, el autor ofrece el estudio de cinco casos, todos ellos estudiados entre enero y septiembre de 1910, en el Hospital Muñiz.
El texto, estilo y esquema se asemejan al modelo empleado para el desarrollo de trabajos de ese tipo en aquellos años. Si bien no era tan sustancioso el apartado erudito existente entonces sobre el tema en el país, le habían precedido en su contribución otras tres, producidas en las misma Facultad: «El carbunclo y su tratamiento» por Miguel Z. O’Farrell (Buenos Aires, 1894); «Seroterapia en el carbunclo externo del hombre», escrita por Fernando Dasso (Buenos Aires, 1900) y «Carbunclo externo del hombre» por José M. Gómez (Buenos Aires, 1903).
Ni bien fue ingresada su proposición a la Facultad, el 1° de abril de 1911, el vicedecano Enrique Bazterrica designó una comisión revisora para el examen y dictamen de la misma, formada por los profesores Baldomero Sommer, catedrático titular de Clínica Dermatológica y Sifilográfica; José Penna, titular de la cátedra de Epidemiológica y Pedro Labaqui, de Patología Médica. La tesis fue aceptada por esa comisión, la cual recomendó su publicación.
La tesis del flamante doctor Dehenne fue publicada ese mismo año, en un volumen de 117 páginas, impreso por «La Ciencia Médica», una librería y editorial instalada en la avenida Córdoba entre Junín y Ayacucho, propiedad de Arsenio Guidi Buffarini, médico italiano que fue representante del fascismo en la Argentina.
No será su tesis el único escrito sobre temas médicos que publicó. En 1925 dedicó un artículo sobre “Curanderismo y charlatanismo profesional”, que vio la luz en la revista “La Semana Médica”.

EN FRENCH

Ni bien obtuvo su doctorado en Medicina, Alberto Dehenen se instaló primero en General Rodríguez, donde permaneció por espacio de un año y medio. Allí, además del ejercicio de su profesión, fue llamado a ejercer las funciones de juez de Paz; también, en 1911, integró la comisión que trabajó para la instalación de una estatua de Martín Rodríguez en la plaza principal de aquella ciudad.
En 1912 arribó a French, Partido de 9 de Julio, donde se instaló con su familia. Estaba casado con Cleonice Manghi y fue padre de cuatro hijos: Alberto, Rodolfo, Cleonice y Amalia.
En la localidad se vinculó enseguida a la sociedad, no solamente como médico sino también manteniendo un fuerte compromiso social con la comunidad. Durante más de tres lustros, hasta su muerte, mantuvo su domicilio en French donde por varios períodos fue el único médico establecido en el lugar; sobre todo, hasta la llegada del doctor Vicente del Giúdice. Fue un médico muy estimado por sus pacientes, a mucho de los cuales, por decisión personal, no solamente no les cobraba sus honorarios sino que, además, les costeaba los medicamentos de su propio peculio.

Acceso al Estadio «Alberto Dehenen», del Club Atlético French, institución de la cual fue fundador en 1925, hace un siglo, y también el primer presidente de su comisión directiva.

LA POLÍTICA, SU PASIÓN
Ni bien se instaló en French comenzó a militar en las filas del Partido Conservador que, por aquellos años, tenía como principal referente político a Nicolás H. Robbio, entonces intendente municipal del Partido de 9 de Julio. La política se había convertido, quizá antes, en su gran pasión, asumida con singular vehemencia y tenacidad, en un contexto político donde predominaba el agresivo submundo de comité y la violencia caciquesca.
En los comicios del 30 de noviembre de 1913, el doctor Dehenen fue elegido edil para el Concejo Deliberante de 9 de Julio. Asumió el 1° de enero de 1914 hasta el 31 de diciembre de 1915.
Volvió a ser reelecto en las elecciones del 25 de noviembre de 1915 para proseguir como concejal en el período siguiente, a partir del 1° de enero de 1916; sin embargo, en esta ocasión no pudo completar el bienio, ya que en julio de 1917 el Departamento Deliberativo quedó en acefalía por la intervención nacional sobre la provincia de Buenos Aires.
El 1° de mayo de 1918 fue constituido nuevamente el Concejo Deliberante y volvió a ocupar su escaño hasta el 31 de diciembre de 1919. Otro período le cupo cumplir concejal, desde enero de 1921 hasta diciembre de 1922.
El doctor Dehenen, también, fue elegido diputado provincial, ingresando a la Cámara el 1° de mayo de 1920 hasta el 30 de abril de 1923.
Su rol como legislador, su posición política respecto de Rodolfo Moreno y la derrota electoral que sufrió su partido en diciembre de 1921, le hicieron tomar distancia de Robbio. En octubre de 1921 el Partido Conservador local atravesaba una situación crítica. El diario “La Nación” de Buenos Aires, en su edición del 23 de abril de 1922, hacía referencia a la renuncia de Robbio al Partido Conservador y, meses antes, el periódico “El Orden” había anticipado esta disgregación, responsabilizando en buena medida a Dehenen:
“Son los primeros coletazos del Morenismo en acción, bajo el patrocinio del caudillo-médico de French, que quiere abarcar todas sus influencias, por el hecho de que conquistó vez pasada una diputación inmerecida”, afirmaba “El Orden”.
Por su temperamento y por su implicación política a veces pertinaz, Alberto Dehenen, debió sufrir la diatriba de la prensa de su tiempo, particularmente aquellos periódicos cuya pluma estaba movida por sus adversarios políticos. En los momentos más álgidos de las campañas proselitistas, los ataques eran agudos. Tal es el caso del suelto publicado el por el periódico “El Orden” el 22 de noviembre de 1921, bajo el título de “El doctor Alberto y una criatura insolente”, donde se decía: “El viernes pasado en Patricios, la ‘lengua universitaria’ del Doctor Alberto explotó con insultos que no deberían jamás de salir de boca de un individuo que pisó las aulas de la Universidad de Buenos Aires”.
“Es perdonable -agregaba- en la criatura que los acompañaba porque, al fin y al cabo, al finalizar su ‘discurso’ se veía con diez pesitos en el bolsillo, y si se porta bien con los insultos le multiplica la cantidad. Pero en un hombre que ostenta todo un título de ‘dotor’, ¡eso sí que me parece ser repudiado! A pesar de que todos conocen el lenguaje de Don Alberto y hasta a sus mismos correligionarios le producen miasmas nauseabundas cuando se descuelga con su ‘oratoria’…”.

Su esposa también tuvo actuación social en la localidad de French. Fotografía publicada en la Revista «PBT» de Buenos Aires,  en enero de 1914.

SU RENUNCIA AL PARTIDO CONSERVADOR
El 27 de marzo de 1926, el doctor Alberto Dehenen, presentó su renuncia al Partido Conservador. Al respecto, en una carta dirigida al presidente de la Justa de Gobierno del Partido, Manuel F. Gnecco, explicaba que “esta resolución después de pertenecer al P.C. durante veintitrés años, ha sido meditada durante largo tiempo”.
“No creo -añadía-, que un partido político pueda guardar cohesión sino vincula a sus hombres nada más que las posiciones personales. No creo, que pueda hacerse efectiva la oposición, cuando cada jefe de situación, busca su propio valimiento o el de su círculo; es así que se excluyen con habilidad malabarista, los hombres ilustrados cuya capacidad intelectual sumados a los méritos parlamentarios son desplazados por ‘caudillos’ jueces de sus propios valores, sin interesarse en una obra provechosa para el Partido y para los intereses del pueblo que representan”.
“Estos y muchos otros fenómenos que vengo observando y son tan sabidos como largos de enumerar, me obligan a tomar esta re solución que apena profundamente mis sentimientos cívicos”, concluía.
?Tal vez, Dehenen esperaba alguna señal favorable desde la dirigencia del partido, pero ese gesto nunca llegó; por el contrario, su renuncia fue tomada con evidente indiferencia.
El 17 de noviembre del mismo año volvió a dirigirse a las autoridades del Partido Conservador, reclamando que no se le había dado un acuse de recibo a su esquela de marzo.
“El delegado -decía en la misiva- de la Junta de Gobierno, Comandante Alberto Moreno ha estado en ésta, el día 4 del corriente, para presidir una parodia de reorganización del Partido, y, a pesar de ser aún, por no habérseme aceptado mi renuncia, miembro de la Junta de Gobierno del Partido Conservador, no ha guardado conmigo las más elementales consideraciones de cortesía, interpretando esa actitud, como una manifiesta hostilidad hacia mi afiliación política”.
“Ratifico, pues, mi renuncia anterior y la reafirmo, esperando solamente el acuse recibo de la misma, porque no podría aceptar otra cosa, desde que en ninguna forma podría reintegrarme al Partido después de las desconsideraciones con que se me ha tratado”, afirmaba.
Ese mismo día, a poco de los comicios de diciembre de 1926, dio a conocer la decisión de brindar su apoyo al “antipersonalista” Eduardo A. Fauzón, quien se enfrentaba en aquella contienda electoral a otro radical, Ramón N. Poratti y al histórico caudillo del Partido Conservador, Nicolás H. Robbio.
El doctor Dehenen fundamentó su posición manifestando públicamente que, su apoyo al candidato del radicalismo, no significaba su incorporación a este partido “sino una concordancia de acción en el momento actual de la política”.
Su renuncia al Partico Conservador, por un lado y la derrota de Fauzón por otro, debieron marcar el final de su carrera política.

LA VERSION OFICIAL DE SU MUERTE

Se encuentran envueltas en un océano de dudas las causas genuinas del asesinato del doctor Alberto Dehenen, un hecho que, en su tiempo, conmovió a la opinión pública y se mantuvo en la memoria de los nuevejulienses (no solamente en la de los vecinos de French) por varias décadas hasta que fue apagándose la existencia de sus coetáneos.
La muerte del doctor Dehenen está rodeada de entresijos que, conel transcurrir de los años hizo que se tornen aún más caliginosos.

La versión oficial sobre la muerte del doctor Dehenen se desprende de una nota del 24 de febrero de 1930 firmada por el juez que entendió en la causa judicial seguida tras el hecho.
En efecto, el autor de la muerte del médico era un joven proveniente de una conocida familia. Al prestar declaración ante las autoridades judiciales narró su versión de los hechos, la cual, en mayor o menor medida, coincidió con la relatada por los únicos dos testigos que presenciaron lo sucedido aquella noche del sábado 21 de diciembre de 1929.
El homicida declaró que “siendo las veinte horas cuarenta y cinco minutos más o menos, después de haber cenado en su domicilio […], salió solo del mismo y se dirigió hasta la Confitería de Vicente Morrás que tiene establecida en dicho punto, donde bebió un café y poco después y sólo se dirigió hasta la plaza pública que allí existe, donde se encontró con dos menores con quienes dio una vuelta por ese sitio y luego los invitó a concurrir a la confitería que los señores Viola Hnos. poseen allí”.
“Al llegar –prosigue el relato- frente al mismo, calle por medio del local que ocupa la ‘Unión Telefónica’, hallándose el interrogado situado hacia el lado interior de plaza […] de pronto fue sorprendido por un golpe de puño que le fue asestado desde atrás en la boca, lo que dio lugar a que fuera despedido a tres o cuatro metros de distancia sin conseguir no obstante la violencia del golpe caer a tierra, pues consiguió mantenerse en pie, yendo a dar sobre el cordón de la vereda… Seguidamente fue atacado a tiros de revólver reconociendo recién entonces que su agresor era el Dr. Alberto Dehenen quien parapetándose detrás de un árbol existente lugar continuó haciéndole fugo con el arma que esgrimía, por cuya razón el interrogado a su vez, para repeler la agresión y defenderse, sacó de entre sus ropas un revolver con el cuál y de una distancia de tres o cuatro metros, disparó a su atacante cinco tiros que era toda la carga que tenía el arma y seguidamente se encaminó hacía el local que ocupa la subcomisaría de policía. Dio cuenta de lo ocurrido al propio tiempo que hizo entrega del revólver empleado en el hecho…”.
Según el matador, entre el doctor Dehenen y él no había mediado palabras antes del tiroteo; aunque reconoció que, entre la víctima y su familia había existido desde años antes una enemistad.
La herida del proyectil se había alojado en el abdomen. Inmediatamente, el doctor Dehenen, en grave estado, fue atendido primero por el doctor Del Giúdice quien también residía en French para luego ser trasladado al Hospital de la Sociedad Protectora de los Pobres de 9 de Julio. Allí fue intervenido quirúrgicamente, pero con resultados infructuosos, pues falleció allí, un día después, a las seis horas.

Casa que habitó el Doctor Alberto Dehenen en la localidad de French.

LO QUE ESCRIBIO LA PRENSA
En su edición del 25 de diciembre de 1929, EL 9 DE JULIO, describía el asesinato del doctor Dehenen como «un suceso sangriento, que ha llenado de luto a sus familiares y de sorpresa al vecindario»
«Hombre -prosigue la crónica- de gran influencia en el Partido Conservador, actuó con singular éxito […], siendo generalmente el alma de la oposición donde actuaba con inteligencia y habilidad».
Según el texto periodístico, «de carácter desgraciadamente amargado por los contrastes de la vida, con su temperamento extremadamente pasional, violento e impulsivo, llegaba en muchas oportunidades a colocarse en una situación que hacía temer por su vida».
Le consideraban un «médico ilustrado, inteligente, reconocido por sus colegas por la eficacia de su labor».
El 4 de enero de 1930, el periódico “El Pueblo” reproduce una carta de Mauricio Dehenen, familiar del médico malogrado:

Al ausentarme de la localidad, de donde motivos tan dolorosos me han traído a verter una lágrima fraternal por el pobre Alberto, no puedo me nos de sentir una reacción en mi amargado espíritu, al comprobar las demostraciones tan sinceras de dolor que ha con movido tantos corazones.
Ruego señor Director quiera hacer llegar por intermedio de su periódico mi más sincero agradecimiento en primer término al Cuerpo Médico, que agotó toda su ciencia a conciencia por salvarle, vencida esta por la fatalidad del destino, agradezco ese dolor unánime del pueblo.

Pocos días después, también “El Pueblo”, se refería a la consternación que había causado la muerte de Dehenen:

Días pasados hemos tenido necesidad de visitar los dominios de la ciudadela de French, y de ella hemos traído el eco recordativo de la tragedia, por cuanto aún perdura en el ánimo de aquella vecindad, una excitación algo así como dolorosa, caótica, por la tristísima anormalidad que costara la vida del querido amigo y generoso médico Dr. Alberto Dehenen.
Reflejase en los familiares del camarada desaparecido, la impresión afligente que implica en un todo el valor del hombre bueno, y esa impresión se robustece más y más: en los corazones humildes, en los espíritus selectos y justicieros, en los hogares que tantas veces visitó, donde el médico y amigo llegó siempre en buena hora para alivio del enfermo y gratitud del desheredado de la fortuna.
Dolorosa impresión de incertidumbre que comparten los amigos del Dr. Dehenen y lamentan muy de corazón los que sabían de sus bondades y gestos de hombre derecho; dolorosa impresión que encierra en todo su profundísimo un misterio que no verá jamás la luz de la verdad.

El doctor Dehenen junto a otros médicos de la región durante una de las primeras asambleas de la Compañía de Seguros «La Primera», celebrada en 9 de Julio, en 1923. (Gentileza Roberto G. Castro / Nora Tapia).

PALABRAS FINALES
El 25 de julio de 1930, el juez Gualberto M. Illescas dispuso el sobreseimiento definitivo de quien había cometido el homicidio del doctor Dehenen, argumentando que actuó “en defensa exclusiva de su vida”.
Por Ley n° 4506 del 27 de octubre de 1936, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires le otorgó un subsidio de quince mil pesos a su viuda y a sus hijos menores.
Tal como lo refiere “El Pueblo”, han quedado velados en el misterio los móviles que condujeron al doctor Dehenen al fatal desenlace. Como dijimos en la introducción a esta semblanza, su nombre hoy se sigue mencionando toda vez que se hace referencia al Club Atlético French.
Como por un extraño juego casual, ha querido el destino que un descendiente directo del joven que causó la muerte el doctor Dehenen, abrace la carrera de medicina, convirtiéndose también en médico cirujano.

BIBLIOGRAFIA Y FUENTES

  • Archivo de Publicaciones Periodísticas “Esc. Ricardo Germán López” de Diario EL 9 DE JULIO. Acervo hemerográfico propio.
  • “El 9 de Julio”, 9 de Julio, 25 de diciembre de 1929.
  • “El Orden”, edición especial, 9 de Julio, 29 de octubre de 1938.
  • “El Pueblo”, 9 de Julio, 4 de enero de 1930.
  • “El Pueblo”, 9 de Julio, 8 de enero de 1930.
    “La Vanguardia”, Buenos Aires, 22 de febrero de 1923.
  • “La Voz”, Maipú, 24 de abril de 1922.
  • “Touring Club Argentino”, revista mensual, marzo de 1922.
  • Boletín Oficial de la República Argentina, 20 de agosto de 1929.
  • Datos gentilmente aportados en una entrevista con “Niní” Pérez.
  • Dehenen Alberto, Carbunclo, Buenos Aires, “La Ciencia Médica”, 1911.
  • Malvido Darío, Historia de «General Rodríguez»: pueblo y partido. Antecedentes y período 1864-1930.
  • Quarterly Cumulative Index to Current Medical Literature, 11, enero a junio de 1926, Chicago, American Medical Association.
  • Raffo Victor– Yanes Alfredo, Un pionero llamado Banfield. Origen del Club Atlético Banfield y de la comunidad británica de Lomas de Zamora (gentileza de Guillermo Blanco).
  • Revista “PBT”, Buenos Aires, 3 de enero de 1914.
  • Revista «La República», año VII, n° 15, Buenos Aires, junio de 1926.

COMPARTIR

RELACIONADAS

Más

El peculiar ensayo de una corrida de toros

Profesores y alumnos del Colegio Marianista «San Agustín» de 9 de Julio, unidos en una simpática hazaña Hace...

Hilario Lagos y los comienzos del tiro en 9...

Recopilación y selección: Héctor José Iaconis. Este año, 2025, se cumplieron 120 años de la imposición del nombre...